Se levantaban a recorrer las calles del Atlántico buscando materiales reciclables que pudieran vender para llevar un sustento económico a sus familias. Con únicamente su carretilla en mano, escarbaban las bolsas de basura encontrándose con restos de comida podrida, residuos de baños y objetos cortopunzantes. 

Esta es la historia de Jair, Jackeline y Gian Carlos y el giro que tomó sus vidas al formalizarse de la mano de Muta.

Jair, Jackeline y Gian Carlos eran recicladores informales, recogiendo material para separar y vender. No sabían lo que era un contrato laboral y solo recibían dinero por el material recolectado. De no recolectar, no había sustento para el día y se levantaban sin saber si el próximo sería un día malo o bueno. 

Muchas veces estos bajos ingresos los obligaban a pedir dinero prestado o a abstenerse de comprar cosas necesarias para sus familias como en el caso de Jackelin que con el primer sueldo que le pagó Muta a su hija “le compré ropa, zapatos, los útiles del colegio, antes me tocaba romper la alcancía para cualquier cosa del colegio y la niña no tenía bien los uniformes ni las cosas que le pedían para ir a estudiar”. 

Jackeline recibía alrededor de $90.000 semanales. A Gian Carlos en un día bueno podrían pagarle $80.000, mientras que en uno malo $25.000, sin contar que diariamente debía pagar $5.000 por el alquiler de su carretilla. Esto les generaba incertidumbre económica al no tener un salario fijo disminuyendo la posibilidad de un crecimiento en su calidad de vida u oportunidades de crecimiento laboral. “En la calle no sabemos cuánto vamos a ganar pero en Muta siempre estamos seguros de que tenemos nuestro sueldo, primas, vacaciones y seguridad social” asegura Jair.

La falta de un ingreso fijo no era el único desaliento ya que el trato de las personas hacía ellos era humillante. “En la calle las personas lo tratan a uno muy mal, con palabras ofensivas. A veces me decían: Chirri ven acá. Y yo iba porque veía que me iban a regalar algo” narra Gian Carlos. En lugar de eso en Muta todos tienen la garantía de recibir un trato respetuoso, digno y un espacio para relacionarse y generar vínculos con los demás de la misma manera. 

Gracias a la revolución de la industria del reciclaje, el reciclaje a pie no es la única manera de realizar esta labor. “Hacía mucho sol en Barranquilla, no había podido encontrar nada de reciclaje para vender y en la carrera 52 con calle 93 mientras caminaba con mi carretilla me llamaron desde una camioneta. Yo pensé que me iban a dar dinero o material reciclable pero me dieron algo mucho mejor. El señor Alejandro me contó sobre una empresa que se llama Muta en la que podía reciclar y recibir el salario mínimo, seguridad social, pensión, primas, cesantías y todos beneficios que corresponden por ley. Le dejé mi número y a la semana empecé a trabajar y me convertí en Mutante. Estaba muy feliz y mi familia también. Vi que la empresa era algo muy diferente a lo que estaba acostumbrado, estaba muy organizada, había disciplina, orden y pude dar mis ideas que aportaron para consolidar lo que somos hoy en día.”

Al tener un salario fijo con Muta, los recolectores no solo tienen la posibilidad de crecer en la empresa escalando en cargos como auxiliar de recolector, líder recolector o siendo jefes de bodega, sino que también tienen la posibilidad de estudiar u ofrecer bienestar a sus hijos.

En septiembre del 2023 cuando nació la bebe de Jair “El señor Alejandro me dió 15 días de paternidad en donde me pagaron, estuvieron atentos preguntándome cómo estaba mi bebe. Cuando me he enfermado también me han pagado, eso valoro mucho.

Después de los 15 días entré con más ganas porque me sentí feliz y orgulloso de ver a mi hija y tener un trabajo para darle de comer a mi familia.” cuenta Jair quien en el 2023 quiere estudiar gestión ambiental para poder aprender como mejorar el reciclaje y así mismo sacar mi licencia de conducción.

Así como para Jair su familia es lo más importante, para Jackelin “Mi sueño es salir adelante, comprarle las cosas a mi hija y a mi mamá. Yo inicie a reciclar ya que mi papá me decía que mi hija necesitaba cosas para el colegio y debía mantenerla en la alimentación ya que el padre de mi hija no estaba presente, y ahí estoy dándole fuerza a mi hija y trabajando para ofrecerle un mejor futuro”.

En Muta, nos enorgullece ser parte de la historia de Jair, Jackeline, Gian Carlos y como a ellos ofrecerle a todos los recicladores un trabajo formal que les permita crecer y mejorar sus condiciones de vida mientras cuidamos el medio ambiente 

¡Feliz día del reciclador!